Es necesario aprender sobre nuestras emociones, sobre su gestión y tenemos la obligación de enseñar a los más pequeños para que desarrollen mecanismos que les ayuden a avanzar antes las dificultades inevitables de la vida. Nuestros pensamientos nos llevan a generar una vida feliz o desdichada, dependiendo de su naturaleza. Un pensamiento positivo es por lo general constructivo, trata de enfocarse en las oportunidades y no en las limitaciones, aporta felicidad, paz y alegría, mejorando de esta forma tu vida. Por el contrario, un pensamiento negativo tiende a ser catastrofista, irreal y dañino. Te aleja del éxito y de la felicidad. Por ello, debemos identificar las ideas irracionales.
Las ideas irracionales son aquellas que nos conducen a problemas con nuestros pensamientos, provocando reacciones emocionales negativas. El Dr. Ellis se encargó del estudio de los mitos y las ideas irracionales más comunes:
La infelicidad es el resultado de acontecimientos y sucesos externos que nos son impuestos y sobre los que no tenemos control alguno. Es cierto que no podemos controlar todo lo que nos sucede, pero sí podemos aprender a controlar nuestras respuestas internas a esos acontecimientos. Nuestra mente tiene el poder de crear por medio de nuestros pensamientos. Es mejor comenzar el día con pensamientos positivos poniendo en práctica la “alquimia mental”. Enseña a tu hijos a pensar de forma positiva y a encarar las situaciones difíciles con una actitud de aprendizaje, desde una educación positiva.
Todo el mundo tiene que quererme y todo el mundo debe aprobar todo lo que hacemos. Esta idea genera mucha preocupación irracional, sobre todo cuando se sospecha que no le caemos bien a alguien. Esta postura es inútil, ya que es imposible gustar a todo el mundo. Las mismas cosas que hacen que uno guste y sea aprobado por una persona, hacen que se rechazado por otra. Es importante ser sensibles al feedback que recibimos de otras personas, para mejorar y tener relaciones más exitosas, pero no deberíamos intentar que todo el mundo nos acepte y nos quiera. Es mejor invertir nuestras energías en crear y cultivar relaciones verdaderas, con personas con intereses y valores similares a los nuestros. Enseña a tus hijos a gustarse y quererse como son, para ello debe quererle en su autenticidad.
Debemos ser meticulosamente competentes, adecuados, inteligentes y conseguir todo lo que hacemos o nos proponemos. Es lógico pensar que es imposible hacerlo todo bien. Una persona excesivamente perfeccionista está constantemente llena de ansiedad respecto a los errores y fracasos que han sucedido o que pueden suceder. Aún es más, tal es el miedo irracional al fracaso que es frecuente que cuando lo consiga, no lo disfrute. Cuando nos obsesionamos con la perfección, nos perdemos la capacidad de aprender día a día, de darnos la oportunidad de equivocarnos sin sentirnos mal por ello. No seremos perfectos, pero haremos todo lo que podamos e iremos mejorando a medida que avanzamos. Destaca su potencialidad y hazle ver todo lo bueno que tiene y puede aportar al mundo.
Tenemos derecho a esperar tener una vida sin dolor y sin problemas. Cuando no sucede así es porque algo va mal. La lucha y la adversidad forman parte de la vida, no podemos esperar a estar exentos de estas. En general, vivimos más momentos felices que tribulaciones, pero esto no es un derecho ni tampoco podemos querer que se perpetúe en el tiempo. Es mejor mejorar las cosas tanto como nos sean posible y aceptar con filosofía y coraje lo que no se puede cambiar. Enseñe a sus hijos a avanzar y a ser responsables de cada paso que dan, de cada decisión que toman, independientemente de los resultados, buenos o malos. En ocasiones podemos fracasar en nuestras decisiones y esto es parte del proceso de aprendizaje. Es mejor ver estas situaciones desde una perspectiva de progreso, de reflexión y de mejora.
Enseña a tus pequeños a que aprovechen el momento PRESENTE para hacer que éste cuente, que tenga un significado y no dejes de mostrarles lo importante de demostrar cuanto quieren a sus seres queridos. Dedique tiempo para hablar de sus intereses y de sus emociones, conozca como gestiona sus emociones, y ayúdale a ello con su experiencia, con su historia de vida. Recoge toda esa experiencia y enséñales cómo lidiaste con circunstancias parecidas a las suyas. Recuerda que el momento para hacerlo es el presente. El hecho de que la vida debe terminar hace que el presente tenga significado.
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